jueves, 17 de septiembre de 2009

...::: El Baño :::...

Acababa de colgar el teléfono a Vince y no sabía muy bien qué hacer. Se apoyó contra el armario de la habitación y se cruzó de brazos tranquilamente, mirando hacia el suelo. El chico la desconcertaba demasiado y no sabía a qué atenerse con él. Por un lado quería que nada más fuera un ligue, alguien con quien pasarlo bien de vez en cuando y punto, nada más; pero sin embargo, aunque la rubia se lo negara, era algo más que eso para ella. Suspiró largamente y se quitó los pantalones cortos que llevaba para andar por casa y la camisetita de tirantes, poniéndose una faldita tableada y una sencilla blusa blanca. Se recogió la parte delantera del cabello con una pinza atrás y salió de la habitación echándose un poco de colonia de frambuesa.

-¡Me voy un rato!- exclamó para que Cristina y Óscar la oyeran, ya que Éxodus y Marta habían vuelto a salir por ahí juntos.

-¡Vale cariño! ¡Te veo luego!- exclamó la morena desde el comedor. Divi abrió la puerta de la casa y salió, cerrando tras de sí. Suspiró de nuevo. Algo le decía que bajar allí era una auténtica locura, pero quería bajar, quería ver qué era eso tan especial que quería enseñarle.

Bajó los dos tramos de escaleras que separaban su piso del de Vince y se detuvo delante de la puerta. Cogió aire y llamó un par de veces al timbre, apartándose para mantenerse a la espera. Unos cuantos segundos después pudo escuchar el trastear de alguien en la puerta hasta abrirla. Allí, delante suya, apareció Vince. Estaba completamente desnudo a excepción de una toalla que llevaba anudada a la cintura cubriendo sus partes más púdicas; lucía un torso bien torneado, marcándose sus pectorales y sus abdominales. Su cabello estaba tan revuelto como siempre y en sus labios lucía esa arrebatadora y encantadora sonrisa pícara de la que siempre hacia gala.Alargó una mano hacia la rubia y tomó una de las suyas, tirando de ella.

-Te estaba esperando, pequeña, pasa- Divinity no sabía que hacer ni que decir. La había llamado y de repente estaba semidesnudo delante de ella como si nada. Entró al interior cuando él tiró de su mano y aún tardó unos segundos en aclarar sus ideas.

-Vince ¿Qué haces?- preguntó, moviendo un poco la cabeza, intentando las ideas. El muchacho sonrió y, sin soltarla, se giró lo justo como para colocarse detrás de la muchacha, posando la mano libre sobre la cadera de la misma y empujándola con su propio cuerpo para obligarla a caminar.

-Solo quiero darte una pequeña sorpresa, nada más- susurró el muchacho en su oído. Divi tembló ligeramente mientras se dejaba llevar. La casa estaba desierta y por el camino que estaban tomando se dirigían al baño. No se equivocó.

Vince alargó la mano y abrió la puerta de la estancia hacia la que se dirigían. Nada más hacerlo un delicioso aroma a menta y canela llenó las fosas nasales de la muchacha, que sonrió de medio lado. Dio un par de pasos más y abrió los ojos como platos al observar bien todo el lugar. La luz estaba apagada y, sin embargo, el baño estaba iluminado por multitud de velas aromáticas situadas alrededor de la bañera y sobre los armarios; la bañera estaba llena de agua y con una atrayente capa de espuma que parecía invitarles a meterse dentro y a disfrutar del baño. Al lado de la bañera había una cubitera con hielos y una botella de champagne, dos copas vacías y una pequeña ensaladera llena de fresas con una espesa capa de nata. La rubia parpadeó, tragando saliva, ensimismada con todo aquello. De repente se giró cuando comenzó a escuchar música de ambiente, sin letra, tan solo para relajar, con un ritmo de lo más erótico y sensual. Vince se acercó hacia Divinity y rodeó su cintura con los brazos, comenzando a besar suavemente su cuello, de manera delicada, mientras sus manos acariciaban su vientre, haciéndola balancearse hacia los lados al ritmo de la música.

-Vince…- susurró la muchacha, tragando saliva. Quería resistirse, sabía que si se dejaba llevar acabaría aceptando lo que sentía por ese muchacho, pero él sonrió, alzando una de las manos y posando uno de sus dedos sobre sus labios.

-Vamos, déjate llevar… Me lo he currado más que con nadie- susurró en su oído antes de darle un lento y sensual beso allí, provocando que la rubia dejara escapar un largo suspiro y comenzara a temblar entre sus brazos como una hojita a punto de caerse del árbol. Aprovechó el momento para desabrochar su blusa, poco a poco, acariciando la piel que iba descubriendo. Una vez desabrochada, la tomó de la mano y la hizo girar sobre sí misma, mirando sus violáceos ojillos y colocando las manos sobre su cintura. Poco a poco las deslizó hacia arriba, rozando su piel descubierta, trepando hasta sus hombros para, con una nueva caricia, deslizarlas por sus brazos hasta dejar caer al suelo por completo la blusa. Divinity se acercó hacia él un paso y se puso de puntillas, buscando con sus labios los de Vince, el cual la recibió encantado, entreabriendo los labios de la rubia con su lengua mientras sus manos trabajaban, una en desabrocharle el sujetador, y la otra en desabrocharle la falda. La separó lo justo para poder quitarle la parte alta de la ropa interior mientras la faldita caía por su propio peso.

-Creo que te sobra algo- dijo la rubia con una sonrisa, agarrando la toalla que le cubría y tirando de ella para descubrir toda su desnudez. Vince sonrió y alzó un poco los brazos, ladeando la cabeza.

-Me has pillado, quería verte antes a ti desnuda- rió por lo bajo y, ante su sorpresa, la muchacha se giró, contoneando las caderas al ritmo de la música y agarrando los bordes de las braguitas con sus dedos las deslizó hacia abajo mientras se reclinaba, sin dejar de moverse -. Buf, eso sí que ha sido sensual, muñeca- dijo el muchacho, acercándose hacia la chica y posando las manos sobre sus caderas mientras pegaba su virilidad ya algo excitada contra sus nalgas.

-Lo sé, por eso lo he hecho- rió la rubia, emitiendo un siseo al notarle tan cerca. Vince rió y con cuidado la tomó en brazos, metiéndola en la bañera con él. Se acomodó, con ella encima, haciéndola recostarse sobre su cuerpo.

-Eres tremendamente maliciosa- dijo el muchazo, pasando sus manos por la barriguita de la rubia, cogiendo un poco de espuma entre ellas y tapando sus senos con una sonrisa -. Y eso me encanta- rió, dándole un pequeño mordisco en el cuello. Tenía que hacer enormes esfuerzos para no dejarse llevar y morder aquella tersa piel, para no saborear la sangre que corría por sus venas.

La rubia alargó una mano y cogió una fresa manchada de nata, acercándosela a los labios a Vince, el cual la mordió con una sonrisa sin dejar de acariciar su piel delicadamente. Se incorporó un poco y tomó la botella de champagne abriéndola y cogiendo las dos copas, las cuales llenó más o menos por la mitad.

-Brindemos, pequeña- sonrió, tendiéndole una de las copas a su acompañante, la cual la cogió alzándola un poco.

-Por una magnífica sorpresa- dijo la muchacha, son una sonrisa, mientras que Vince sonrió malicioso, acercando sus labios hacia los de ella mientras mantenía la copa en alto, de modo que al hablar sus labios rozaban de manera tentativa los de su acompañante.

-Porque voy a hacerte el amor hasta que caigas desmayada entre mis brazos- aquello arrancó un leve gemido de labios de la rubia, lo que hizo que el vampiro sonriera más aún, chocando su copa con la de ella y acercándosela a los labios para darle un pequeño trago -. Delicioso- sentenció tras paladearlo, mirando a su compañera, que asintió con un sutil movimiento de cabeza mientras daba un segundo trago a su copa. Es cuanto apartó la copa de sus labios Vince se acercó para besarla lenta pero apasionadamente, mordisqueando sus labios travieso hasta conseguir colar su lengua entre ellos, en busca de la de la rubia. Enseguida ambas lenguas comenzaron a danzar en la pista que conformaban sus bocas. La mano libre de Vince, que permanecía en el estómago de la muchacha, comenzó a ascender por su piel rozando cada centímetro de ella muy lentamente hasta alcanzar uno de sus voluptuosos senos, masajeándolo con lentitud, deleitándose con su tacto, con su esponjosidad. La muchacha se echó un poco más hacia atrás entre sus piernas, apoyándose contra su sexo, de modo que con cada movimiento bajo el agua le acariciaba con sus propias nalgas.

Enseguida las caricias de ambos se hicieron más osadas y el calor de sus cuerpos comenzó a subir. El miembro de Vince se alzaba majestuoso y amenazante entre las nalgas de su amante y el sexo de la muchacha ardía en deseos de sentirse lleno de placer.

-Quiero hacerte mía ya- gruñó Vince separándose de sus labios, mirándola fijamente. En verdad no solo estaba deseando poseerla, sino que notaba la llamada de la sangre, esa deliciosa sangre que había probado ya en una ocasión. Pero sabía que si la mordía demasiado pronto, acabaría quedándose a medias.

-Vamos entonces- contestó su acompañante, incorporándose y saliendo de la bañera tras quitarse la espuma con un poco de agua de la ducha. Cogió una toalla y rodeó con ella su cuerpo. Vince la imitó, con una sonrisa, observando cada movimiento, cada contoneo. Una vez fuera subió el volumen de la cadena de música justo al comenzar la canción “Sadeness” de Enigma, una melodía llena de sensualidad y perfecta para un momento como ese.

Divi se giró hacia él con una maliciosa sonrisa y comenzó a caminar, dando pasos hacia atrás mientras él la seguía. Cada paso de la chica era uno del vampiro. Cuando ella chocó contra la pared, Vince la atrapó con una sonrisa, aprisionándola entre la pared y su cuerpo, sin perder el contacto visual. La rubia tembló tan solo de tenerle cerca, de notar su cuerpo contra el propio, de sentir cómo su aliento se acercaba hacia su oído.

-Eres mi presa y no te voy a dejar escapar- murmuró el vampiro, arrancándole un nuevo suspiro a la muchacha justo antes de comenzar a besar su orejita, mordisqueándola. Cada vez le costaba más no hacer caso de sus instintos, no responder a la llamada de la sangre. Pero no, aún no era el momento. La agarró de los muslos y tiró de ella hacia arriba hasta cogerla, apretándola un poco contra sí mientras caminaba. Mantenía la vista fija en los ojos de la muchacha, que parecía ansiosa por estar con él. Había estado con muchas mujeres, pero aquella era especial, se le antojaba tan delicada como una rosa, tan deliciosa como la ambrosía,… su belleza salvaje y el hecho de ser una simple humana era lo más le tentaba.

La dejó sobre la cama de su habitación, con cuidado, y desató la toalla para dejarla nuevamente expuesta para él. Divi, por su parte, alzó un poco uno de los pies y agarró entre sus dedos el borde de la toalla de Vince, tirando hacia abajo para también dejarle desnudo. Y ahí estaban los dos, excitados, deseándose el uno al otro, desnudos y con una música de fondo que invitaba al pecado. El vampiro sonrió y se reclinó hacia abajo, besando sus rodillas y comenzando a ascender lentamente a través del interior de sus muslos, abriendo sus piernas cada vez más. Enseguida se encontró cara a cara con los abiertos labios vaginales de la muchacha, excitados, y no pudo reprimirse a besarlos y lamerlos unos segundos, deleitándose con la música que brotaba de los labios de su presa cada vez que lo hacía.

-Vince… por dios, te necesito ya- jadeó la muchacha, al borde del desmayo. Dicho y hecho. Pronto sintió los labios de Vince ascendiendo por su estómago hasta llegar a sus senos mientras se colocaba entre sus piernas, sobre ella. De una sola y lenta acometida entró en su interior, arrancándole un jadeo a su amante, mientras sus manos aprisionaban las de ella sobre la cabeza. La tenía a su merced, sometida, y ella parecía estar más que encantada. Sonrió y besó los labios de la muchacha con pasión mientras comenzaba el movimiento de sus caderas, lento al principio, pero aumentando la velocidad de las embestidas paulatinamente. La sensación de calor sobre su miembro era deliciosa, la manera en la que el sexo de la muchacha lo abrazaba se le hacía excitante y pensó, por un momento, que si fuera mortal quizá se haría adicto a ella.

La muchacha estaba perdida mientras tanto en el placer. Sentirle entrar y salir de su cuerpo con tal maestría era increíblemente fantástico. Nunca había estado con un amante tan delicado y experimentado, tan sensual,… Una nueva y fuerte embestida le arrancó un nuevo jadeo, más fuerte, mientras abría los ojos para mirarle tras sentir que abandonaba sus labios. Nuevamente se encontró con su mirada, con esos ojos verdes y brillantes tan hipnóticos… Tenía un aura especial, algo extraño que le hacía irresistible…

-Voy a hacer que no olvides esto nunca- susurró el de repente, besando brevemente sus labios antes de descender hacia su pecho. Atrapó su pezón izquierdo entre sus labios y comenzó a pasar por el la lengua mientras aumentaba el ritmo de las embestidas. Los dos se estaban calentando cada vez más y el final de aquella sensual velada se acercaba. Él no podía aguantar más, necesitaba saborearla de una vez. Abrió la boca y mordió su pecho, alrededor de la aureola, atravesando la piel con sus colmillos. Enseguida el torrente de sangre brotó hasta sus labios y la saboreó una vez más: deliciosa, cálida, tan reconfortante como el abrazo de una madre… Y aquello le excitó más, lo que le hizo aumentar el ritmo de sus embestidas tanto que hizo gritar de placer a la muchacha.

Ella fue la primera en explotar en un fuerte orgasmo, tan potente que cayó desmayada en la cama, respirando agitadamente mientras su cuerpo se contraía en espasmos de placer, atrapando el firme miembro de Vince en su interior. Con la presión en su miembro y el sabor de la sangre en su boca, Vince se derramó en el interior de la muchacha con un gruñido, el cual ahogó en su pecho, recogiendo con la lengua las gotas de sangre que aún brotaban de las pequeñas incisiones, dejando que éstas, poco a poco, se fueran cerrando. Salió de su interior y besó los inertes labios de la muchacha, que permanecían curvados en una sonrisa de placer y satisfacción pese a estar desmayada. Él sonrió y acarició su mejilla suavemente, con una sonrisa pícara.

-No soy hombre de una sola mujer, me gusta tener un jardín lleno de pequeñas y deliciosas flores- susurró mientras la observaba, bajando una de las manos para acariciar con mimo el pecho del que había bebido -, pero tranquila, durante mi estancia aquí serás mi favorita. Ningún vampiro puede resistirse al sabor de la sangre de una humana mortal.

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